Día 10 de cuarentena
De encierro. De cautiverio. De tortura. De si, ya sabemos todos que es un infierno estar encerrado en casa... si no fuera porque soy de las pocas personas que puede mantener la rutina que tenía. Os cuento para que os hagáis una idea.
Opositora por convicción al departamento de medio ambiente, y estudiante a tiempo completo, o al menos eso intento. Senderista ocasional y montañera de pega, de las que van en verano. Casada desde hace 4 meses y mi marido en casa tele-trabajando. Nuestra casa de normal parece una eco-aldea en un 10º sin terraza. Tenemos panificadora, hacemos masa madre, quesos caseros, galletas, bizcochos, mermeladas... Vamos, que no somos vegetarianos auto-suficientes básicamente porque nos gusta demasiado el jamón como para dejarlo y porque en casa se nos mueren las plantas.
Pero no nos falta empeño, eh, compramos local en lo que podemos y mi marido, en su último brote de lucidez cuarentenesca, esta probando a criar brotes de lentejas. Actividad de un niño de primaria, sí, pero que a él le hace feliz. Habrá que dejarlo. Las cuida con tanto esmero... que esto me tocará trabajarlo a mí con un coach, ya verás.
Además... tenemos perro. Sí. Soy de las afortunadas que "puede sentir la brisa fresca en los cabellos y los rayos de sol irradiando directamente sobre la piel". Un momento realmente mágico si al sol le diese por salir de una puñetera vez, que parece que me la tenga jurada y cada vez que salgo se nubla, el muy traidor, o llueva, o haga frío, si no se me estuviera acabando el antiséptico, y si no hubiese nadie que gritase algo como "¡sinvergüenza! cada vez que un can aparece bajo su ventana. ¡La envidia es muy mala señor! Que paso muchísimo menos tiempo en la calle que usted que va a comprar el pan 15 veces al día, que lo he visto, lo tengo fichado a usted, sí, no se haga el loco.
Y es que acostumbrada a hacer 20.000 pasos diarios, ahora, aún subiendo y bajando por las escaleras en vez de coger el ascensor, recordemos lo el 10º, da gracias a que consiga hacer 2.000 pasos. Esto de limitar el tiempo que paso fuera me deja muchísimo más tiempo para estudiar, o para tirarme de los pelos, según se de. Para despejar la mente practico yoga en una esterilla de plasticucho del malo que se mueve más que una culebrilla. Quise comprar una esterilla nueva decente pero pregunté en el chat de amigas si les parecía ético comprar online con la que esta cayendo. Ellas me dicen que el yoga lo practique en la cama, y me deje de historias. Debería hacerles caso, ahí se abren mas los chacras seguro. Cuando se me pase la regla y tenga ganas ya me haré pasar por lenteja o algo.
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