Visita a la farmacia y venta de un riñon
Ayer se alinearon los astros. Recibí un mensaje de una amiga. La farmacia le avisaba de que hoy llegaría suministro nuevo de mascarillas, que llevaban agotadas por lo menos dos semanas. Así que en el paseo de la mañana de mi perro, por no salir dos veces, pasé por delante de la farmacia que hay al lado de mi casa, lo deje atadito en la puerta y entré.
Era la primera vez que entraba en esa farmacia.
Bueno, era la primera vez que entraba en un sitio que no fuese el mercado o mi casa desde el estado de alarma.
Y se me hizo raro.
La farmacia era como mi casa entera de grande y solo estábamos 3 personas. La dependienta, una señora y yo. Pues os juro que no sabia donde meterme. No quería tocar nada, ni estar cerca de los estantes por si acaso, ni quería interferir en el trayecto de salida de la mujer, ni quería entorpecer la entrada de más gente. Me puse el pañuelo del cuello sobre la boca y la nariz. Me arrepentí al segundo porque mi mano estaba muy cerca de mi boca, y el pañuelo se caía todo el rato y lo tenía que sostener. Ademas vengo del exterior pero no he tocado nada antes, ¿O sí?¿El picaporte? ¿Luego me he tocado la cara? Pocas veces me he sentido tan lerda.
Al final decidí dejar el pañuelo en paz, y me puse detrás de una isleta de productos. De donde salí a los 5 segundos por miedo a que la dependienta se pensase que me escondo para robarle algo. Lo que me faltaba. Al papel de terrible paseadora de perros le sumamos asaltadora de farmacias y ladrona de material sanitario. Como se corra la voz me van a querer mucho en el vecindario.
Madre que cruz.
Diez minutos mas tarde la clienta por fin se marchó con 26 mascarillas. Y reservó una tanda más. Flipé con la mujer. ¿Para qué quería tantas? ¡Así normal que se agoten!
La farmacéutica interrumpió mis pensamientos con un "En qué puedo ayudarle" acompañado de un gesto para que pasase. Sonreí y adopte mi puesto delante del mostrador. Mi lista de la compra era corta y me sentía orgullosa por ello. Se que soy riesgo para ti pero vamos a hacerlo rápido y bien.
Y le canto.
- Buenos días, venía a ver si ya tenéis mascarillas.
- Sí, nos han llegado esta mañana, ¿Cuantas quieres?
-Para mí y mi marido, al menos dos para cada uno - pienso en voz alta.
-Perfecto. ¿Algo más?
-Mm... Ya que estoy compro para mi familia y en un paseo se las dejo en el buzón. Son 4, por dos 8.... Ponme 12 mejor.
- Vale. ¿Algo más?
- Ah! y preservativos. Que sólo nos queda uno!- menos mal que me he acordado.
- Coge los que quieras de ahí. - mm... Mierda. No está el que usamos de normal, pero hay otros que tallan igual.. ¿Cuales eran? Eran durex seguro, pero en cada modelo tallan distinto... Joder, no quiero manosear las cajas y esparcir mi posible virus. Mando un whatsap. Amor ¿Cual es la marca de condones que.... ?
La farmacéutica me mira impaciente. En otras circunstancias me hubiera dado igual e incluso me hubiese recreado. Hoy no se donde meterme.
Mi perro ladra fuera. Mierda. Me asomo y veo que hay una mujer sujetando a su perro en brazos y el mio todo loco ladrándole y tapándole la entrada a la farmacia. Hago amago de salir y justo veo que se da por vencida y se va toda indignada.
Cojo una caja cualquiera y rezo porque sea esa.
- Vale, ya está. ¿Cuanto es?
Mientras saca la cuenta abro el bolso para sacar la cartera y veo el antiséptico ahí, todo triste diciendo "ha sido bonito mientras duró". Mierda otra vez.
- Dame también un bote de gel antiséptico para las manos por favor
-Si. ¿Que tamaño quieres? Cunde mucho eh.
-El mas grande que tengas - caballo grande ande o no ande, pienso. Y ya que estamos... para mi familia también. - Y dame dos.
La farmaceútica me mira como si estuviera loca. Acabo de quedar como la loca del antiséptico. Bravo. Y me reía de la mujer de las 26 mascarillas.
Tras renovarme el tiquet de compra por 3º vez, me saca la cuenta final y me canta la friolera de 72 pavos por 12 mascarillas, dos botes de gel y condondes. Gasto más en la puta pandemia que en comida a la semana. Un lujo vamos. Pues si me va a salir caro a mi esto del maldito virus.
De ahí voy a casa de mis padres, que es cruzar la calle para dejarles el kit de aislamiento y desinfección y veo que un coche de la policía autonómica se sube en el carril bici y viene hacia mi. Se para junto a la acera. Como me multe por pasear hago pleno.
El policia baja la ventanilla, me ofrece una mascarilla y se van. Se me queda cara de tonta. Así que era cierto, ¡Estan repartiendo! Y justo el día que decido comprar... Que bonita serendipia.
Mascarilla en mano, dudando si ponermela o reservarla con las demás, sigo caminando hasta el portal. Mi madre, que estaba tomando el aire un poco, me saluda desde el balcón sonriendo y avisa a mi padre para bajar a recoger la mercancía.
En cuanto abre la puerta mi perro se abalanza sobre el, llorándole como si lo estuvieran matando. Lo echa de menos. Y yo, que como ya habéis leído soy como un koala, lo único que quiero es abrazarle hasta reverntar y darle besos. Además, fue su cumpleaños hace unas semanas y mis ganas de abrazarlo habían aumentado considerablemente desde entonces. Cruzamos dos palabras bajo la atenta mirada de otros transeuntes, y volvió a entrar en el portal. 0 contacto. Lo que viene siendo una entrega limpia. Fue muy duro tener que tirar de mi perro en dirección contraria cuando ni yo me quería marchar. Pero me voy guardando cada beso y cada abrazo en mi huchita de cerdito imaginaria para dárselos todos juntos cuando esto acabe.
Llego a casa, me lavo las manos, me quito la mascarilla, y luego doy un beso a mi querido. Si, en ese orden. Le cuento mi anécdota con el coche de policia, toda contenta yo por haber pillado una de las mascarillas que reparten, porque si me ha llegado a mi, habrá llegado a muchísima mas gente. Y eso siempre es una buena noticia. Le enseño la compra de la farmacia y le cuento la anécdota de la farmacia como os la estoy contando a vosotras. Se ríe de mi, pero me encanta su risa, así que se la paso y nos reimos juntos.
Y buenas noticias chicas. Acerté con la caja de preservativos. ;)
Comentarios
Publicar un comentario